AMLO viejo lobo de mar

Alonso Montes de Oca | 2 de Mayo de 2022 a las 18:05

AMLO: Ese viejo lobo de mar.

 

Nuestro actual presidente de la república lleva más de 45 años inmiscuido en la política mexicana (si es que contamos ser director del Instituto Indigenista de Tabasco como experiencia). Estos años de experiencia le han dado bastante conocimiento de cómo funciona el pueblo mexicano y la política, y podemos estar de acuerdo o no con sus controversiales propuestas y decisiones tomadas en estos tres años de gobierno, pero algo que debemos aceptar del presidente, es que sabe manejar a las masas. No es coincidencia que haya sido el presidente electo con la mayor cantidad de votos en su favor.

 

Entonces, últimamente escuchamos reformas y reformas y reformas constitucionales por todos lados. Que si la reforma de electricidad, que si la reforma de litio, que si la reforma de austeridad en la democracia. Uno pudiera pensar, que después de la “victoria” de la oposición al no permitir que se concrete la reforma en temas de energía, AMLO debería entender que estas reformas no van a pasar y debería dejar de insistir en intentarlo. Sin embargo, mientras la oposición afirma estar defendiendo aguerridamente a la nación, AMLO los está volviendo peones de su juego político a largo plazo.

 

Primero, entendamos la razón de ser y las consecuencias de la primera reforma propuesta, es decir, el tema de la energía. En términos generales, lo que hacía esta reforma era darle prioridad a la CFE para generar y vender electricidad, dejando en segundo plano la generación y venta privada de energía. Entonces, AMLO envía esta iniciativa de reforma al Congreso de la Unión, empezando por la Cámara de Diputados, donde se topa con un freno de mano, puesto que la oposición no cedió y no dieron su consentimiento para enviar la iniciativa a la Cámara de Senadores. Desde un punto de vista general y democrático, parecía que todo funciona excelente, puesto que hay pesos y contrapesos y la oposición requiere de negociación y convencimiento para apoyar los proyectos del partido dominante. Sin embargo, el presidente lleva desde hace rato lanzando bolas en las que él gana o gana, es decir, obtiene un beneficio incluso en la derrota.

 

Al ser rechazada la reforma planteada en el párrafo anterior, tanto Morena como López Obrador iniciaron un discurso de ataque hacia la oposición, castigando su conducta como traición a la patria por no querer darle mayor relevancia a una empresa productiva del estado (porque… Pemex es la definición de eficiencia y buena administración, ajá…). Pero si entramos un poco más a detalle, pensemos, ¿verdaderamente se beneficia el pueblo mexicano de esta reforma? La respuesta inmediata, individual y egoísta hasta cierto punto, es no. Hoy en día la electricidad en México es bastante barata en comparación a otros países, gracias a la oferta y distintas formas de generación que hay, por lo que limitar la oferta, haría que la demanda deba pagar más por la energía. Entonces, ¿por qué hay quien apoyaba esta iniciativa?, la respuesta es sencilla, quien más se perjudicaría, sería la llamada clase fifí, puesto que son quienes más energía consumen.

 

Así es como AMLO gana, incluso habiendo perdido, por lo que ahora, desde mi punto de vista, lanzó una bola inversa (¿si ven mis referencias al gusto del presidente por el baseball, cierto?). Ahora, envió una reforma constitucional, que a mi juicio tiene muchos puntos rescatables. Esta reforma incluye reducir el costo de distintas aristas de la democracia mexicana, reduciendo el financiamiento a partidos políticos e integrantes de las cámaras de diputados y senadores. Entre otras cosas, quizás más agresivas y con las que menos comulgo, se encuentran aumentar el número de consejeros del INE de 7 a 11 y eliminar tribunales, debido a la hegemonía (y doble labor) de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Ahora analicemos en este caso, dónde gana AMLO si es que llega a perder. 

 

Primero, nuevamente dejando mal parada a la oposición, en caso de no aprobar la iniciativa, puesto que varios puntos de esta reforma atienden a puntos que cualquier mexicano está de acuerdo, como reducir financiamiento y tiempos de televisión a los partidos y eliminar asientos en el Congreso de la Unión. Al incluir en la reforma el tema tan candente recientemente, como lo es el INE, el presidente sabe que la oposición ya se está relamiendo los bigotes para argumentar la defensa del instituto. Pero el discurso hacia los simpatizantes de Morena no será eso, será el discurso donde los buenos políticos allegados al pueblo de Morena, quisieron quitar puestos innecesarios en el Congreso, pero como los políticos del PRIAN son mafiosos, corruptos y avariciosos, no quieren dejar ir estos puestos, bloqueando la iniciativa.

 

Segundo, porque la única derrota (desde mi punto de vista) que verdaderamente no le dio una victoria tras bambalinas a AMLO, fue la derrota en las elecciones intermedias de 2021, donde perdió mayoría calificadas en el Congreso. Entonces lo que el mandatario busca (a mi parecer) es revivir ese voto ciego como castigo a los “partidos corruptos” enfocándose a 2024. Inteligentemente López Obrador supo usar al INE como su encuesta personal para saber que tanto apoyo mantiene después de medio sexenio, aunque, no confundamos, él no buscaba saber que sigue siendo popular entre los mexicanos. Claramente iba triunfar en la revocación de mandato, él lo que buscaba era saber que tanto poder de convocación tiene todavía, mismo que se vio sutilmente reducido. Alimentando entonces este ataque a la oposición y haciendo ver como que la clase fifí grita y patalea cada que algo le sale “bien”, es como AMLO está preparando su voto duro para 2024. Por eso es que la columna de hoy se intitula como AMLO: ese viejo lobo de mar… mientras que todos están jugando dominó, él ya va (peligrosamente) un paso adelante en ajedrez.